¿Hubo pacto con AMLO, qué hará después de dejar la presidencia, cuáles fueron sus días más difíciles?, EPN contesta en entrevista

Mexico

El presidente Enrique Peña Nieto camina rápido, con energía. Cruza el Salón de Acuerdos y se detiene frente al escritorio del despacho presidencial. Voltea y sonríe, mira a lo lejos a la mítica «silla del águila» y afirma: «Esa silla se pone muy caliente, por eso hay que soltarla rápido».

 

El Presidente analiza su gestión; advierte sobre los riesgos del populismo para un País; acepta que vivió días aciagos por el escándalo de la Casa Blanca, Ayotzinapa, la visita de Donald Trump a Los Pinos y el terremoto del 19 de septiembre de 2017… temas que marcaron su sexenio.

 

En el corazón de Palacio Nacional, Peña Nieto, a unos días de su sexto y último Informe de Gobierno, enfatiza en entrevista con El Universal que la única recomendación que haría al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, es «cumplir con la Constitución» y le ratifica su respeto.

 

Atento a cada una de sus respuestas, el mandatario —que concluirá su gestión el 30 de noviembre— rechaza haber pactado el resultado de la elección con López Obrador.

Acepta que, pese al esfuerzo emprendido, no se ha modificado la percepción en torno a la corrupción y advierte que el repunte de la violencia en el País se debió, entre otros factores, a que se perdió la coordinación alcanzada con los gobiernos estatales en la renovación de gubernaturas en 2015 y 2016.

¿Está satisfecho de lo hecho durante su administración?

— Sí, muy satisfecho. Dejamos un País creciendo, generando empleo, consolidándose como potencia turística, que atrae cada vez más inversión extranjera directa, con estabilidad política y social; 2 millones de mexicanos que abandonaron la pobreza extrema, que ha revertido la tasa de informalidad de 60% a 56%. Me siento satisfecho de estos logros.

Tenemos deficiencias, porque hay que ser autocrítico. No me encuentro satisfecho plenamente con los logros en materia de seguridad, que si bien los primeros tres años permitieron revertir la tendencia en la tasa de criminalidad, tuvimos en los últimos tres años una regresión.

¿La economía se deja apuntalada con alfileres?

— No; al contrario, se deja con clavos bien puestos, bien clavados, hoy dejamos un país creciendo, generando empleos, con un nivel de deuda muy razonable y en una tendencia decreciente. En 2015 representaba 48% del PIB y hoy representa poco más de 44% del PIB.

¿Cuál fue su mejor y peor día?

— El mejor día, todos. Porque me dieron la oportunidad de asumir la responsabilidad como Presidente y tomar decisiones orientadas a servir a México y cumplirle al país.
Días difíciles, pues cuando se tenían que tomar decisiones complicadas y a veces no muy populares, pero siempre con sentido de responsabilidad. Todas las decisiones las tomé pensando en el bien de México, algunas resultaron mejor que otras.

¿Concretamente?

— Recuerdo el encuentro con el hoy presidente de Estados Unidos [Donald Trump], cuando era candidato, que tenía un propósito, los postulados de su campaña ya venían impactando en el valor de nuestra moneda y exigía que hubiese un acercamiento para darle la justa dimensión a la relación entre México y Estados Unidos. Fue un encuentro apresurado, que no se dio en el mejor entorno social.

¿Pero se arrepiente de haber tenido ese encuentro con Trump?

— Me arrepiento de la forma en que se dio, pero a la postre creo que dejó también un saldo positivo, nos abrió la puerta del diálogo y del entendimiento con quien se convertiría en presidente de Estados Unidos.
Otro momento francamente difícil fue Ayotzinapa, sobre todo en la pena que significó a los padres de familia, con los que tengo enorme empatía por el dolor que los embargó y que siguen teniendo, donde la PGR atrajo una investigación de orden local, pero que dedicó recursos humanos y materiales para realmente saber qué había ocurrido.
Y yo me quedo con la investigación realizada, con lo que han definido que lamentablemente ocurrió ahí, donde 43 estudiantes murieron y fueron quemados en este basurero, como muchos elementos de la investigación así lo acreditan y hoy hay más de 100 personas detenidas, procesadas como presuntos participantes y responsables de estos lamentables hechos.
Otro tema que te marca es el de la Casa Blanca, sin duda fue uno que, no obstante al no haber un acto de ilegalidad, generó una percepción de que sí la había y ante ese hecho la institución presidencial perdió credibilidad. Por eso ofrecí una disculpa.
Un momento difícil fue la emergencia generada por los sismos de septiembre, por el del 19 de septiembre, donde actuamos con toda la capacidad para estar cerca de la gente, para apoyar a quienes perdieron todo, fueron días difíciles en los que estuvimos cerca de la gente.

¿Las reformas estructurales están en riesgo?, ¿deben defenderse?

— Yo creo que son un escalón que se ha construido, importante. Ninguna administración parte de cero, parte de recoger lo que se ha hecho, de preservar lo que funciona y de modificar o perfeccionar aquello que no da lo que se necesita para el bien del País.
Yo respeto la óptica que tenga el nuevo gobierno. Más que hablar de las diferencias que tuvimos en el pasado, de algo estoy cierto: Todo gobierno que asume esta responsabilidad piensa en cómo promover el desarrollo del País, cerrar brechas de desigualdad y generar más oportunidades para los mexicanos.
Y deseo que ese gobierno, bajo la óptica que tiene, así contribuya en este esfuerzo, a partir del legado no sólo de esta administración, sino de las varias que ha tenido México y haga su propia contribución. En mi gobierno no está más que mostrar respeto y cooperación para que tengan todos los elementos de información de lo que hace el gobierno de la República.

Vemos las bondades que usted sustenta con cifras, ¿se deberían mantener las reformas?

— Sí, pero un gobierno cambia cada seis años, un gobierno imprime sus propios acentos, su óptica y visión y convicción sobre lo que debe hacerse y deja huella con las decisiones que toma. Seré respetuoso de las que tome el próximo gobierno, deseando que sean de éxito para el país.

¿Es cierto que el Presidente de la República es el hombre más poderoso de México?

— Yo diría que es un hombre que tiene, sí, en su alcance, decisiones que inciden y sin duda mucho tienen que ver en lo que depare a la economía de las familias mexicanas, al desarrollo del País, pero también matizaría que no tiene un poder absoluto.
Los poderes absolutos dejaron de existir hace muchos años. Somos una República con tres Poderes que se han consolidado con verdadera autonomía y, en consecuencia, ya no todo está en la decisión del Presidente.

Hubo versiones en el sentido de que pactó esta elección con López Obrador, ¿fue así?

— No fue así, no hay pacto, la verdad es que me conduje con una enorme imparcialidad. Es más que evidente y obvia la simpatía política, siempre he militado con gran orgullo en el PRI, un gran partido que ha hecho mucho por este País, pero que pesa sobre el partido el estigma de un gran desgaste. Evidentemente no tenía que entrar en acuerdo con ninguno de los contendientes.

¿Sigue pensando sobre los riesgos que implica el populismo?

— Si las políticas que instrumente el populismo no están soportadas o no están debidamente cuidadas, bajo la óptica de cuidar las finanzas públicas, la condición económica del País y varias otras terminan por sustentarse en sobreendeudamiento, me parece que es riesgoso para un País.
Esto ha pasado en otros países, en donde se descuidó esta parte en aras de privilegiar políticas populistas. Son de este tipo en razón de que otorgan un beneficio inmediato a la población, pero a costo de poner en riesgo la estabilidad económica y terminan por generar y agudizar una crisis económica. No espero que eso ocurra. Yo creo que el próximo gobierno no tiene más que el interés de servirle a la nación.

¿Por qué perdió el PRI?

— Porque en democracia se gana y se pierde. No hay triunfos ni derrotas para siempre. El PRI ha hecho su aportación al desarrollo nacional, ha sufrido su desgaste, sus descalabros, en los actores que se han representado en diferentes responsabilidades y que no han estado a la altura.

¿Se equivocó el PRI, se equivocó usted al impulsar la candidatura de José Antonio Meade?

— Yo creo que tuvimos un gran candidato. José Antonio Meade, siendo un actor ciudadano, un hombre con trayectoria en el servicio público y sin militancia partidaria y, a la luz de lo que el partido permitía en sus estatutos, es bueno que un partido se abra. Teníamos que abandonar un modelo cerrado, donde sólo un militante pueda competir.
El candidato llevó a cuestas el desgaste del partido, del ejercicio de gobierno, este ambiente antisistémico.

¿Qué sabor de boca le deja el tema del combate a la corrupción?

— Creo que ha habido esfuerzo como nunca se había hecho en el tema. El Sistema Nacional Anticorrupción, el de Transparencia, como nunca antes varios ex gobernadores enfrentan hoy procesos legales, eso nunca había pasado y esas son señales muy claras del combate a la corrupción; sin embargo, eso no ha cambiado la percepción que hay sobre el tema. ¿Por qué? Yo mismo no tengo una respuesta única y sólida sobre el tema. Creo que a veces se ha llegado a confundir el privilegio de algunos cuantos, con razón y capacidad para tenerlos, siempre se asocia con corrupción.
Creo que en el orden federal hoy somos mucho más abiertos y transparentes en el ejercicio de los recursos.

¿Dónde se rompió el tema de la seguridad en este sexenio?

— Me es difícil encontrar una razón única o a qué atribuir que hubiésemos llevado una tendencia de reversión de los índices de criminalidad que había en el País, sobre todo en los primeros tres años, y luego un repunte a niveles que dejan ver el reto que hay en materia de seguridad.
Coincidencia o no, en 2015 y 2016, prácticamente hay renovación del mayor número de gubernaturas en todo el País, una reconfiguración política de quienes asumen estas responsabilidades, creo que ahí hay un elemento a considerar. Por qué la coordinación institucional, que fue un eje establecido al inicio de la administración, se deterioró. Lo dejo apuntado como una eventual razón, no la única, también creo que la creciente demanda de estupefacientes en Estados Unidos ha hecho que los grupos delincuenciales sigan promoviendo esta actividad.

Será un ex presidente muy joven, ¿a qué se dedicará?

— Voy a vivir en México, quiero vivir en el Estado de México. No tengo definido a qué me voy a dedicar, pero tengo claro que no me voy a dedicar a la política. Tengo claro que para mí concluye mi carrera política. Buscaré en qué reinventarme.

¿Si usted pudiera hacerle una recomendación al presidente López Obrador, sólo una, cuál sería?

— Cumplir con la Constitución. Yo no estoy para hacer recomendaciones a nadie; al contrario, respeto mucho a quien va a asumir esta responsabilidad, en este caso al licenciado Andrés Manuel López Obrador le guardo reconocimiento, fue ganador de la contienda por la Presidencia y lo único pues es ceñir su actuar a lo que marcan nuestras leyes.