Mauricio Herrera es arquitecto de profesión, pero su camino lo enfocó en el mundo artístico, en el que por 70 años ha edificado sin tregua una carrera actoral en teatro, televisión y cine, donde, “sin escándalos” y con “arduo trabajo”, se ha mantenido de protagonista de su vida y feliz de una prolífica trayectoria.
Mauricio Herrera, de 91 años, charló con La Jornada sobre su regreso al teatro con el espectáculo Aquí entre dos, creado por su hijo Alejandro, en el que narra su vida e historia en los escenarios. Asegura que se siente satisfecho por su longeva carrera artística y comentó que aunque su estado de salud es óptimo, tras una cirugía en la columna perdió la movilidad del pie izquierdo, por lo que debe utilizar una andadera o un zapato especial.
“Desde 2020, cuando estuve en el musical Sugar, no había habido oportunidad de hacer teatro. A mi hijo Alejandro se le ocurrió una entrevista en la cual pueda platicar lo que ha sucedido en todos estos años –y ya tengo 91 y medio–, lo que he vivido, visto y de lo que puedo decir. Esto ha resultado interesante para los espectadores; yo no creí en un principio que fuera tan bonito, pero las personas se suben llorando y me dicen: ‘¡qué bárbaro, cómo me emocioné!’”
En escena, el también comediante, quien tiene gran memoria y con su reconocible voz lleva a un viaje hacia el pasado, recuerda su vida con sus padres, sus hermanos, su carrera y lo que le ha sucedido en más de nueve décadas.
“Desde muy jovencito empecé en el Teatro de Arquitectura con un grupo de compañeros, como Benjamín Villanueva, Héctor Ortega, y dirigidos por Juan José Gurrola, quien era de nuestra edad y muy inquieto. En 1954 entró a arquitectura y desde esa época nos pusimos a trabajar. Hicimos La hermosa gente, de William Saroyan, una obra muy tierna, que tuvo éxito”.
Ese montaje, afirmó, “fue el inicio de una gran carrera artística, que suma más de 40 obras de teatro, más de seis comedias musicales, películas, televisión y todo lo demás; en estos 70 años he tenido 20 mil horas parado o sentado en un escenario y más de 900 representaciones. Así que todo lo que he hecho ha sido importante”.
Los que se fueron
La voz alegre de Herrera se torna melancólica al recordar que “todos los actores que trabajaron conmigo en esa época ya no existen, trascendieron, pero dejaron un cúmulo de experiencias, como Héctor Bonilla, Héctor Ortega y Patricio Castillo, todos talentosos y contemporáneos. Con una gran tristeza los he ido despidiendo y ya no queda casi nadie en el medio artístico de aquella generación. Digo, qué bueno que yo estoy, me da gusto, pero ellos sucumbieron a los años, enfermedades o a la edad”.
Sobre su paso por la arquitectura comentó: “tuve la oportunidad de hacer las dos carreras; empecé a construir y con lo que conseguía vivía de la cuestión artística, pero cuando crecí más, en esta segunda profesión podía hacer los proyectos arquitectónicos. Y en cierto momento, como Cortés, quemar mis naves y decir: ‘qué quiero hacer, qué voy a hacer’, y dije: ‘soy actor por necesidad, amor y por todo’. Me olvidé de la otra carrera. Me dediqué en cuerpo y alma a lo actoral, a dirigir y a escribir”.
En cuanto a la comicidad, la cual se le da de manera natural, agregó: “hago una obra como Aquí entre dos y es inherente, porque voy rasgando la comedia y hago humorismo con todo lo que platico para el gozo de los espectadores”.
Entre sus múltiples recuerdos, el actor enfatizó: “afortunadamente no he parado de trabajar desde que empecé en teatro, cine y televisión, la cual me abrió las puertas y donde hice telenovelas importantes como El privilegio de amor y Amor real, en las que tuve un papel estelar, entre otras”. Además de las cintas en las que trabajó, a Herrera vuelven nombres como Germán Valdés Tin Tan y Joaquín García Vargas Borolas, entre una serie de actores que coincidieron en aquella época.
“Una vida bien hecha”
Herrera afirma: “soy actor de teatro, me encanta la comunicación directa con el público. Me siento como en mi casa cuando suben el telón”. En un balance de sus 91 años, el histrión comentó: “la disciplina ha sido muy importante en mi carrera; llevo una vida bien hecha, de nutrición, ejercicio, nunca he tenido vicios ni problemas de drogas y pienso seguir así hasta que se rompa el hilo de la vida y tenga que irme. Me siento muy bien, pero cuando me parto está de la fregada.
“Antes de que me operaran de la columna, el pie derecho lo traía medio sin fuerza; luego de la cirugía lo primero que saqué de la sábana fue ese mismo pie y lo pude mover, pero cuando saqué el izquierdo ya tenía el mismo problema que tuve en el otro antes de operarme. Ahora traigo un zapato con una cadenita y una tira en el tobillo; todavía uso andadera, pero ya ando bastante bien. De todo lo demás estoy perfecto.”
En el escenario del Teatro Rafael Solana del Centro Cultural y Social Veracruzano se dispuso una sala muy acogedora para charlar sobre la vida, recordar anécdotas, homenajear a los que ya no están, compartir algunos chistes y fotografías.
El espectáculo se desarrolla en formato de entrevista o, como a los Herrera les gusta decir: un “monólogo de dos personas”, en el que Alejandro hace preguntas a su padre como cualquier niño curioso y surgen anécdotas como la de Los Vocalistas, agrupación musical con la que Mauricio Herrera compartió escenarios con figuras como Angélica María, César Costa, Enrique Guzmán y Alberto Vázquez.
Herrera describe cuando protagonizó su primera película al lado de Julissa, En la mitad del mundo; hablar de sus personajes en las telenovelas, como el padre Urbano en Amor real, y cuenta cómo fue la invitación que le hizo Manolo Fábregas para hacer teatro y su época en la comedia La fiaca.
Mauricio Herrera recuerda que uno de los proyectos que más satisfacciones le han dado es su Concierto, con cierto miedo, donde el primer personaje Franz Beckenbauer recibe al público y enseguida el actor muestra su pasión por la música en el piano, toca el serrucho con elegancia y humor, y la famosa hoja (de árbol), que hasta el día de hoy sigue arrancando carcajadas.
Aquí entre dos se presenta los miércoles a las 20 horas en el Teatro Rafael Solana (Miguel Ángel de Quevedo 687, barrio San Francisco, alcaldía Coyoacán). En la función de esta semana se realizará un tributo a sus 70 años de trayectoria.