Niños enfrentan Sol e inseguridad para llegar a la escuela en Hermosillo

SUCESOS EN LINEA

HERMOSILLO, Sonora

Un trayecto de hasta una hora a pie, en ocasiones en grupo o auxiliados por algún «raite», es el día a día de niños y jóvenes de las zonas más alejadas de la ciudad para llegar a la escuela y volver a casa.

Casi siempre la travesía es complicada: Ya sea porque es muy temprano y aún no amanece, o porque es medio día y el Sol no cede, el clima siempre es un factor. Pero además está la inseguridad, el temor de que algo pueda pasar.

La invasión Humberto Gutiérrez, ubicada en el Norponiente de la ciudad, es uno de los sectores a donde no llega el servicio de transporte público. Hay alrededor de tres kilómetros de distancia entre este asentamiento y el bulevar Gaspar Luken, donde pasa la ruta más cercana.

En la misma zona, conocida como Las Cuevitas, hay otras invasiones como la Manuel Serrano, la Antorcha y la Cajeme, y en todas el problema para los estudiantes es el mismo: Si no hay carro ni bicicleta, la única forma de llegar a la escuela es caminando por el sendero de tierra, sin alumbrado público ni vigilancia.

«La niña a veces se va con los compañeros, y gracias a Dios no nos ha tocado que nadie la moleste, pero no sé cómo esté más adelante, en tiempo de frío, que tarda más en aclarar», expresa Rosa Cano, cuya hija cursa la secundaria.

Ella misma entiende la situación porque camina alrededor de una hora todos los días, ida y vuelta, para llegar a la parada y tomar transporte al Centro, donde trabaja. Hasta hace unos dos años, dice, había un camión que transitaba por dentro del sector, pero de repente dejó de hacerlo.

EN RIESGO

La escuela secundaria a la que la mayoría de los alumnos acuden es la Humberto Gutiérrez. Cuando llega la hora de salida, suelen hacer grupos de tres o cuatro para irse juntos, incluyendo a las maestras del plantel.

«El otro día dieron ‘raite’ a algunos, pero no cabíamos todos. Yo no me quise subir para no dejar a las jovencitas caminando solas», relata Rosario Romero Valdez, profesora de primer grado de secundaria.

Según la maestra, ya se han tenido algunos episodios en que, sobre todo alumnas, sufren algún tipo de acoso durante su trayecto.

«El año pasado me corretearon a una niña, llegó llena de tierra, y me dice ‘maestra, me correteó un hombre’, y de lo que corría se caía la niña. La mamá la llevó al otro día, pero no la podía acompañar siempre porque trabajaba», refiere la docente.

De acuerdo con Romero Valdez, el camión que durante un tiempo les ayudó a transportarse de manera gratuita iniciaba su ruta en el Gaspar Luken, y entraba por el camino de terracería en la invasión La Antorcha, hasta la Manuel Serrano, la última, y luego de vuelta.

«Nunca supimos por qué dejó de pasar, había sido un logro de los mismos colonos que se manifestaron. Lo que yo ahora he pensado es gestionar bicicletas, porque veo que los muchachos sufren mucho con el calor para llegar y para irse», señala Romero Valdez.

También en otras zonas de Hermosillo se vive la misma problemática. Es el caso de la invasión Las Tres Reinas, en el Sur, donde las mamás que pueden se organizan para ir a dejar y recoger a sus hijos de la escuela, ubicada a 30 minutos de distancia caminando.

Contrario a Las Cuevitas, en Las Tres Reinas nunca se ha tenido una ruta de transporte cercana. En cambio, sí hay problemas de robos y asaltos, incluso de día.

«No los dejo que se vayan solos porque aquí está muy fea la pasada, cada rato en los arroyitos estos hay problema», asegura Brenda Montoya. En su bicicleta, esta madre de familia va todos los días a llevar a sus dos hijos a la escuela, y después a buscarlos cuando es la hora de salida.

Luz del Carmen López Rodríguez y su vecina Ana Leticia Valenzuela se acompañan entre ellas para ir a buscar a sus hijos. Las dos coinciden en que no dejan que los niños vayan solos por los asaltos recientes en la invasión.

«Siempre vamos por ellos, más ahorita que hay mucho robo de infante», dice López Rodríguez.

A esa misma hora, mientras ambas madres siguen su trayecto con sus hijos de vuelta a casa, otros niños apenas se encaminan a la escuela. Algunos se cubren con una toalla para no sentir el Sol, algunos van en bicicleta. Otros sólo van.


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